sábado, 8 de abril de 2017

Silencio

Mis días pasan en soledad y en silencio, pero es un silencio mentiroso. No es como el de aquellos monjes que tomaban un voto de silencio pero escribían las cosas que querían decir, eso no es callarse, solo suprimir la verbalización y hablar de otra forma. Hay otros silencios que supongo que deben conocer, son silencios llenos de palabras peor vacíos de ideas. Son silencios que hacen mucho ruido y no dicen nada. Son las 24 horas hablando del deporte del país y de los amoríos de personas que no tienen nada que decir. Mi silencio es mentiroso porque me dejan hablar, pero sólo de lo que sea correcto. Nadie me censura, puedo decir lo que pienso, pero si no pienso como debo pensar, soy castigado. No por el estado, no por un estado, sino por es statu quo. Todo puede ser tachado de incorrecto, no importa el porqué, solo importa la cantidad e influencia de gente que lo diga. Quizá no parezca tan grave, nadie se ha muerto por quedarse callado, ¿nadie se ha muerto por quedarse callado? Quisiera tener las fuerzas para rescatar a esa señora con los ojos vendados que hora está amordazada, maniatada y secuestrada en algún oscuro sótano por los que hablan en su nombre

viernes, 9 de septiembre de 2016

Feliz o triste

La vida es una fatalidad. Si te parece fuerte esa palabra deberías buscar un diccionario. Nadie pidió nacer, nadie pidió vivir pero acá estamos, viviendo. Vivir es una de las dos fatalidades que vamos a experimentar, la otra es morir. La forma de sobrellevar las consecuencias de la primera es no pensar mucho en la segunda.
Cuando era niño deseé más de una vez irme de mi casa, no era un chiste, los niños son mucho más serios que los adultos porque para ellos todo es real y la metáfora no existe. Para un niño las cosas pasaban. Pueden ser buenas o malas, pero para un niño las cosas simplemente son. Cuando dicen que un niño no tiene maldad se olvidan de decir que tampoco tiene bondad. Lo bueno y lo malo son etiquetas de los adultos y ni los adultos estamos todos de acuerdo en ese tema. Las cosas eran, sucedían, nada más.
Pero uno no se queda niño, crece. Cuando uno empieza su embrionaria vida de adulto siendo un adolescente deja atrás lo que es y empieza a pensar en lo que debería ser. Y en ese momento descubre que lo que debería ser no es y que ya no puede hacer berrinches para que las cosas sean como deben ser. Entonces tiene que enfrentarse a la realidad. Las formas de hacerlo son tantas y tan diversas pero todas son las adecuadas para esa persona tratando de conectar el pasado con el presente, lo que creía saber con la experiencia cotidiana.
Es muy difícil por muchos motivos, es uno de los mayores retos en la vida y por suerte, casi todos lo superan, así como superaron la infancia, porque el tiempo no deja de pasar y la vida no se queda quieta. La vida son todas las experiencias que hemos atravesado y que nos afectaron, poco, mucho o algo. El tiempo puede pasar sin vida pero la vida no puede pasar sin tiempo.
Luego de tantos conflictos y de una vida adulta razonable, volvemos a pensar en las fatalidades, porque el paso del tiempo es inevitable.
Nos damos cuenta que estamos caminando hacia la segunda fatalidad y nos pesa. Evitamos pensar en que todos vamos a morir, que cada día estamos más cerca de eso y que no podemos evitarlo. Peor aun, evitamos pensar en que todas la personas que queremos tienen el mismo destino o sufrirán nuestra partida.
Sí, cada tanto vas a pensar en esto, cuando se mueran tus abuelos, tus padres, tus conocidos, tus hermanos o tus amigos. Esto va a pasar.
Ahora, hoy, podemos elegir pensar en lo inevitable de la muerte, llorar cada día, vivir tristes, pero también podemos pensar en la otra fatalidad, la primera, la de nacer. Podemos estar contentos de existir y que existan esas personas que queremos o las que vamos a querer. Tenemos los motivos suficientes para estar felices o tristes, eso es ser libre.

viernes, 19 de agosto de 2016

La otra soledad

Hace muchos años que vivo solo, o sea que de convivir conmigo mismo sé bastante. Uno de las cosas que se dicen de la gente que vive sola es que hablan mucho con ellos mismos en voz alta. Creo que esto viene de la gente que no concibe el hecho del silencio y tiene que inventarle algo a la gente que abraza la soledad y el silencio. Tal vez viene de las películas donde una escena de un hombre solo con sus pensamientos no se puede mostrar en la pantalla, por eso, tal vez el ¿Are you talking to me?
¿Cuál es la verdad sobre esto? Al menos mi verdad. Yo hablo mucho, pero como estoy solo no hace falta que lo haga en voz alta. Tengo extensos diálogos con otras personas que son yo y no lo son. Es como cuando lees un diálogo de un libro, hay una ida y vuelta, la diferencia es que acá no hay un guión.
Pero les quiero contar sobre cuando hablo en voz alta. Por ejemplo, cuando tiro un bollo de papel a la basura y lo emboco me digo ¡bien ahí! -en voz alta- Cuando lo erro, a veces digo -con la voz de un tercero- ¡después de muchos años de retiro volvió para defraudar a todos en el último minuto! O puedo decir -con la misma voz- ¡A pesar de errar ese último punto que podría extender la ventaja se retira victorioso de la cancha!
Pero no todo es ganar o perder en un partido imaginario, también se pude empatar de forma honorable o de forma deshonrosa. Hay una soledad y hay otra soledad, hay otra soledad llena de personajes e historias.
En este mundo ilimitado también se pueden relatar los fracasos y triunfos de un solitario buscando entretenerse. O escribir historias que nunca sucedieron. Pero para el solitario, lleno de imaginación, la diferencia entre lo que nunca pasó, lo que va a pasar y lo que está pasando es difusa, como la percepción de la temperatura ¿habrá algo mas cotidiano y subjetivo?
Con mis pies congelados he pisado brasas y fueron agradables a mi paso, con mi cuerpo en llamas me tiré al helado lago y lo disfruté. Las brasas no eran agradables después de cinco pasos, el lago no era agradable después de dos minutos.